lunes, 31 de diciembre de 2012

Umwaka Mwiza!


¡Feliz año nuevo a todos, querida familia! Desde algún recóndito punto de este inmensamente bello continente africano, os deseo lo mejor para este año 2013 que está a punto de comenzar.


No os olvidéis de sonreír, de reír, y de disfrutar de esta vida y de la gente que os quiere, porque eso es lo primordial. A veces no hacen falta demasiadas cosas materiales para ser felices; aprendamos a valorar lo que es realmente importante, quizás nos ayude a estar mejor con nosotros mismos y con los demás.


Y por supuesto, continuemos nuestra lucha para que se respeten nuestros derechos y nuestra libertad, cada vez más olvidados y apartados con la excusa de la crisis mundial. Hagamos un mundo mejor entre todos, lleno de gente con buen corazón, porque una gran suma de gestos individuales puede aportar mucho colectivamente.


Feliz 2013. Feliz vida.

lunes, 24 de diciembre de 2012

"Mi casa es tu casa"

¡Aquí os presento la que ha sido mi casa durante más de tres meses! Que ya era hora... Aquí llegué un 8 de septiembre, y aquí he compartido alegrías y penurias (muchas más alegrías que penurias, por supuesto) con mi querida Clara, que desgraciadamente ya volvió al ajetreado, estresante y convulso mundo de los muzungu. Y, obviamente, no podemos olvidar a mi gran amigo Cyriac, nuestro cocinero experto en sambusas y en intentar estafar al hombre blanco lo máximo posible. Un auténtico golfo, un pícaro del siglo XXI.


Entre estas cuatro paredes hemos vivido grandes momentos, como cenas "románticas" a la luz de las velas, frías duchas para despertarnos por la mañana, horas y horas de series y películas, y muchas reuniones de amigos. Incluso dejamos algunos amigos, como nuestros pequeños vecinos adictos a los bombones y los globos, o el risueño portero del hotel de al lado.

Mi habitación con la cama hecha (raro) y el calamar

Andalucía siempre conmigo

Tras mis merecidas vacaciones por el East Africa que ya os contaré, me mudaré a otra casa de profesores que compartiré con Brian y Valentin, dos colegas franceses de la Universidad. Año nuevo, vida nueva.

Nada más amigos. ¡Felices fiestas a todos desde el Corazón de África!

martes, 18 de diciembre de 2012

Profesor de Universidad

Y finalmente, se cumplió mi sueño. En realidad, nunca había sido un sueño añorado, hasta que lo vi tan cerca, pero ahora me doy cuenta de que es lo que me gusta, lo que quiero hacer.

Llevo ya un mes dando clases de español en la Universidad de Ngozi y me encanta, me siento cada día más cómodo y más realizado con mi trabajo. Pese a las dificultades del lugar, que son muchísimas, soy feliz con lo que hago. Tenemos bastantes cortes de electricidad, problemas con la fotocopiadora y el papel, Internet no suele funcionar, cuando llueve no se puede dar clase porque no se oye nada por culpa de los techos de uralita (o directamente los alumnos no vienen porque vienen andando desde muy lejos), hay una única sala con vídeo-proyector para toda la Universidad (os recuerdo que hay más de mil estudiantes), doy seis horas de clase al día a un mismo grupo (es lo normal aquí, incluso ayer les di ocho porque teníamos que recuperar dos horas), casi ningún estudiante tiene acceso a Internet, etc.

Mis aplicados alumnos de la 2ème Licence

Pero es realmente gratificante. Cuando te metes en el aula y comienzas a explicar, todo eso desaparece. Te das cuenta de que las enormes diferencias culturales se pueden volver tu aliado, en lugar de tu enemigo, y al final no sé quién aprende más, si yo de ellos o ellos de mí. La verdad es que me lo paso muy bien con los debates, las presentaciones orales, sus inquietudes sobre el mundo de los muzungu, sus redacciones... Y me lo estoy currando, un montón. Raro es el día que no paso ocho horas en la Universidad, más el trabajo que me llevo a casa.

Bref, que tengo muchísima suerte de estar aquí. ¡Gracias Dámaso! Dentro de dos días termino mis clases con la 2ème Licence (4º de Traducción e Interpretación) tras haberles enseñado Español Aplicado y Literatura Española. ¿Quién le iba a decir a mis padres que iba a acabar enseñando textos como Rinconete y Cortadillo, o de maestros como Pablo Neruda, Rubén Darío o Pérez Galdós?

La vida da muchas vueltas...


lunes, 17 de diciembre de 2012

Lago Kivu, Rwanda

Después de mi relato, un tanto trágico, ahora toca algo un poco más relajado. Efectivamente, así fue la segunda parte de mi viaje a Rwanda, en el que pude disfrutar de las maravillas del lago Kivu, al oeste del país y que lo separa de la convulsa República Democrática del Congo.

Dos noches estuve, pero me habría quedado allí dos semanas. El campamento base elegido: la pesquera localidad de Kibuye. Tras buscar un lugar en el que dormir, fuimos a parar a un hostal en lo alto de una colina con unas vistas maravillosas al lago. Increíblemente, era el sitio más barato. Que me lo expliquen...

Vistas desde el hostal Saint Jean

Al día siguiente, nos levantamos de buena mañana con un solo objetivo entre ceja y ceja: la isla de Amahoro. Esta es una diminuta isla en medio del lago a la que puedes ir en taxi-barco por menos de dos euros, y en la que finalmente pasamos todo el día. Nos bañamos, dimos un paseo en el que vimos todo tipo de aves y hasta un mono, nos volvimos a bañar, dimos unas clases de natación, jugamos al volley-playa, me tumbé en una hamaca, nos comimos unos ndagalas ("chanquetitos") ruandeses... Mucho estrés, vaya. Y para rematar el día, cenamos un rico pescado con una cerveza bien fría, que eso no se puede hacer todos los días.

Isla Amahoro

El estrés y yo, en Isla Amahoro

En nuestro último día, tocó paseo de reconocimiento por el pueblo, y fue lo mejor que hicimos porque pudimos volver a disfrutar de otros paisajes maravillosos. En serio, es increíble la cantidad de recovecos que tiene este lago, lleno de entradas y salidas de tierra y de gente bañándose feliz en sus aguas.


Seguimos bajando, y llegamos hasta la zona pesquera, donde nos encontramos otra maravilla: una lonja de pescados. En ella, miles de ndagalas se secaban al sol para luego ser vendidos en el mercado. La estampa, incomparable. Yo alucinaba al ver esto, y los pescadores más aún al ver a un muzungu paseando por ese lugar tan alejado de lo turístico.

Ndagalas al sol

Tras esto, seguimos rodeando una especie de golfo que se formaba en el lago, y llegamos a otro lugar mágico. Allí, algunos pescadores reparaban sus redes sentados tranquilamente en el suelo, y nos saludaban con total naturalidad. Frente a ellos, otros compañeros subían y bajaban de sus extraños barcos, unidos de tres en tres para optimizar la pesca. Mereció mucho la pena este paseo.



De vuelta al otro lado del pueblo, concluí el día bañándome en el lago bajo un sol magnífico, en pleno mes de diciembre, ante la atónita mirada de algunos transeúntes.

Último baño en Rwanda

Desgraciadamente, ya solo quedaba volver a Kigali para coger el bus de vuelta a Burundi en su caótica estación. No estuvo mal mi "puente" de la Constitución...

Estación de autobuses de Kigali



martes, 11 de diciembre de 2012

Kigali Genocide Memorial, Rwanda

"Qué importante es la educación", fue lo primero que pensé cuando salí del Centro para la Memoria del Genocidio en Kigali (Rwanda) el pasado viernes. Y lo sigo pensando...

Bien, resulta que este "puente" lo he pasado en Rwanda, de jueves a lunes, que aproveché para visitar la capital, Kigali, y para relajarme a orillas del lago Kivu, al oeste del país. Sin duda, lo que más me impresionó de este viaje fue Memorial del Genocidio, en el que te das cuenta de las grandes atrocidades que el ser humano puede llegar a hacer y de todos los intereses existentes en este tipo de actos.


Kigali es una gran ciudad, llena de vida y bastante más avanzada que Bujumbura, la capital de Burundi. Tuve tiempo para darme un gran paseo por la ciudad, pero como decía, lo más impactante fue este lugar. Fue inaugurado en 2004, conmemorando el décimo aniversario del genocidio contra los Tutsi y los Hutu moderados, y es necesario visitarlo tomándose una mañana entera para ello.

Es gratuito, manteniéndose de las donaciones de los visitantes, y consta de dos partes bien diferenciadas: la zona exterior y el museo. En la zona exterior encontramos diferentes fosas comunes que alojan los restos de más de 250.000 personas asesinadas durante la primavera de 1994, además de varios jardines que representan la historia de Rwanda, sus niños, sus mujeres o su geografía.


Pero es dentro del museo donde te das cuenta del horror perpetrado en esa época. En la parte principal del mismo, realizamos un recorrido a través de la historia de Rwanda. Comienza con la época precolonial, donde Hutus, Tutsi y Twas vivían en armonía. Continúa con la época de las colonias, a principios del siglo XX, primero Alemania y después Bélgica, y como a partir de aquí comenzó la segregación étnica y la instauración del odio entre ellas, por ejemplo señalando la etnia en el documento de identidad y dividiéndolos en función de sus posesiones y riquezas.

Tarjeta de identidad. Etnia: Hutu.

Más tarde asistimos a las primeras persecuciones y matanzas hacia los Tutsi, a partir de 1959, y cómo comenzó a realizarse una propaganda totalmente agresiva hacia los Tutsi a través de los medios de comunicación, como la "Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas", o como los Diez Mandamientos de los Hutu, que perpetraban el odio hacia la etnia Tutsi.

Diez Mandamientos de los Hutu

Y finaliza con el Genocidio propiamente dicho, "El Plan de Exterminio", realizado fríamente en la primavera de 1994 ante la impune pasividad y permisividad de la ONU, y en el que fueron asesinadas más de un millón de personas en cien días, acabando con las vida del 85% de los Tutsi en Rwanda. Horrible. Lo peor de todo es darse cuenta de cómo se pudo evitar y nadie hizo nada debido a grandes intereses políticos y económicos de ciertos países poderosos, y saber las atroces formas en las que exterminaron a gran parte de los Tutsi y los Hutu que se negaron a seguir órdenes o que trataron de proteger a los primeros. Prefiero ahorrarme los detalles, porque son demasiado escabrosos, aunque estaré encantado de hablar con vosotros en persona de todo esto.

Por último, el museo cuenta con dos salas más: una dedicada a otros genocidios olvidados y que, en algunos casos, yo ni siquiera conocía: Armenia a principios del siglo XX, el Holocausto judío, Camboya en los años 70 o el genocidio en los Balcanes en los años 90. La otra, dedicada a historias individuales de niños asesinados durante el genocidio, con detalles demasiado duros.

Por último, me gustaría finalizar con la misma idea con la que comencé este texto: la importancia de la educación. En un lugar en el que las personas son capaces de pensar y razonar por sí mismas, esto no puede pasar, o al menos no debería pasar. Una persona no puede matar a un amigo suyo a golpes de machete. No. Y por supuesto, tenemos que dejar de creernos todo lo que vemos por la tele, porque esa no es la verdadera realidad.

PD. Si tenéis la oportunidad, os recomiendo la película "Hotel Rwanda". Pienso volver a verla esta noche si es posible.

martes, 4 de diciembre de 2012

Parc National de la Ruvubu

Perdonen el retraso, queridos lectores, pero es que llevo un par de semanas sin parar por una bonita y sencilla razón: ¡por fin he empezado mis clases! Pero esta locura-odisea ya la contaré otro día...

Bien, hoy vengo a hablaros de mi última excursión, la que hice el fin de semana pasado al Parque Nacional de la Ruvubu, el más importante de Burundi y que se extiende al este del país. El viaje, en principio solo para la noche del sábado, comenzó ese mismo día con el objetivo de pasar el día y la noche en Muyinga. Por causas ajenas a la organización, al final llegamos más tarde de lo previsto y casi no nos dio tiempo a visitar la ciudad, con lo que lo dejamos para el día siguiente. Gran acierto, porque la mañana del domingo la pasamos alucinando con el mercado central, el más impresionante y lleno de vida que he visto en este país. En él, podías encontrar decenas de puestos de todo tipo: piñas, coles, bananas, ndagala (pescado seco), mecánicos de bicicletas, legumbres, etc. Y como no podía ser de otra forma, la palabra "muzungu" era la más repetida a nuestro paso.

Mercado de Muyinga

Tras esto, pusimos rumbo a la Ruvubu, donde según nos contaban podías encontrar búfalos, antílopes, diferentes especies de monos, gacelas, hipopótamos, cocodrilos y otros grandes animales en libertad. Como la carretera era bastante precaria, llegamos pasado el mediodía, y Sylvestre, el guía-responsable del parque nos dijo que iba a ser difícil encontrar animales a esa hora, además de que es recomendable avisar con varios días de antelación para poder localizarlos. ¿Solución? Dentro del mismo parque existe una casa rural en la que podíamos pasar la noche, y de este modo podríamos levantarnos al alba para buscar a los susodichos especímenes salvajes.

Casa rural en medio de Ruvubu

¿Qué hicimos? Obviamente no fue difícil convencernos, así que decidimos quedarnos allí, con el "insignificante" problema de que allí no había ni luz, ni agua, ni comida. Mientras visitábamos al parque a pie, el hermano del guía, provisto de una bicicleta y un saco, fue a por provisiones hasta el pueblo más cercano, a unos siete kilómetros por caminos infernales. En esta primera visita tuvimos la ocasión de ver de varios tipos de monos, como babuinos y cercopitecos rojos y plateados (traducción literal). Una pasada la agilidad de estos caballeros. Por último, llegamos caminando hasta el río Ruvubu, con su espectacular color anaranjado sacado de los documentales de la 2.

Río Ruvubu

Llegamos a la casa rural justo al anochecer, y poco después empezó a diluviar. Decenas de luciérnagas alumbraban intermitentemente el paisaje, mientras se escuchaban los gritos de algunos primates en la distancia. El hermano de Sylvestre llegó, pobre mío, sin luz en la bicicleta, empapado y cargado hasta los ojos. Para que luego digan que los africanos no trabajan...

Sobrevolando el río Ruvubu

Cenamos pronto un arroz con carne y algo de fruta y verdura, y nos fuimos temprano a la cama, porque la idea era amanecer a la vez que los monos. Casi lo conseguimos, y antes de las ocho ya estábamos de camino en busca de nuevos "animalillos". Poco después de salir, divisamos una pequeña manada de antílopes, y más adelante otra más. Al rato, divisamos dos búfalos a lo lejos, y Sylvestre, muy motivado, nos dijo de acercarnos hasta ellos, caminando entre las hierbas altas del parque. De pronto escuchamos unos ruidos de esos que te suenan de la tele, y nos dimos cuenta que, a unos escasos diez metros, descansaba una enorme manada de búfalos de casi mil kilos cada unos. Al escucharnos, salieron huyendo en estampida, y Sylvestre salió corriendo tras ellos con una agilidad pasmosa (es importante decir que tenía casi sesenta años el caballero). La sensación de adrenalina fue impresionante, aunque si hubieran corrido hacia nosotros habría sido mayor. Tras este "subidón", volvimos al coche y pusimos camino de vuelta hacia Ngozi, con la pena de no haber visto hipopótamos y cocodrilos, pero con la emoción de haber visto búfalos a dos pasos de distancia.

Búfalos huyendo de los muzungu...

Desgraciadamente, casi no pude hacer fotos de estos, aquí os he dejado la que mejor salió. Esperemos que pueda hacer mejores fotos en el próximo viaje...


miércoles, 21 de noviembre de 2012

El tiempo en África

Una de las cosas que me han sorprendido durante estos primeros meses en Burundi ha sido el concepto diferente de tiempo que se tiene aquí. Me recuerda a una entrevista que publiqué hace varios meses, en la que el protagonista, un tuareg estudiante en Francia, rezaba que "aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo".

Pues bien, leyendo el fascinante libro "Ébano", de Ryszard Kapuscinski, con el que me obsequió mi añorado amigo Jonás, llegué a un extracto que refleja muy bien estas diferencias. Y aquí os lo dejo, que él lo explica mucho mejor que yo. Gócenlo, camaradas.


"El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo completamente diferente; lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales. Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, trascurre uniforme; y no en función de alguna cosa exterior". El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se mueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y exigencias. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.

Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, solo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses). El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batallas, esta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?". La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".

De modo que el africano que sube a un autobús nunca pregunta cuándo arrancará, sino que entra, se acomoda en un asiento libre y se sume en el estado en que pasa gran parte de su vida: en el estado de inerte espera."



No sé si os habrá ayudado en algo a comprender o imaginarse mejor la vida en Burundi, pero es así, totalmente. Y la gente es muy feliz, pese a tener muchas menos cosas materiales que nosotros. Señores, no dejemos que también el tiempo nos aniquile.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Université de Ngozi

Hoy vengo a presentaros mi lugar de trabajo rápidamente, que ya iba siendo hora... Voilà! Aquí es donde paso mis horas, de lunes a viernes, mañanas y tardes: l'Université de Ngozi. Según me dicen, cuenta con unos 1.800 alumnos repartidos en diversas facultades: Letras, Derecho, Medicina, Agronomía, Económicas, Informática, etc.


Y este es mi fantástico y ordenado despacho, que comparto con los profesores Blaise y Helene, muy majos, y que además hablan español porque hicieron un doctorado en la Universidad de Murcia. Qué cosas, ¿no?


Pero lo mejor de todo son las vistas que tengo al llegar a la Universidad, que son las mismas que tengo desde la ventana de mi despacho. Nada mal...


Es todo. Y que sepáis que ayer hice "huelga" desde la distancia. Enhorabuena a todos los que estuvisteis ahí, hay que seguir luchando. ¡Mucha fuerza! ¡Somos más que ellos, podemos!

lunes, 12 de noviembre de 2012

Tambourinaires de Gishora

¡Buenos días familia!

Hoy os traigo la que quizás es la tradición más conocida de este pequeño país en el corazón de África: los tambourinaires. Resulta que el fin de semana pasado, con motivo del puente del 1 de noviembre, hicimos una pequeña escapada en la que recorrimos medio país y que os contaré en otra ocasión. En este caso me voy a detener en estos "tamborileros", por traducirlo de alguna manera, aunque no tiene nada que ver.



Bien, comienzo. Esta tradición viene desde hace más de cien años, cuando el rey de Burundi se refugió en  el pueblo de Gishora (en el centro del país, cerca de Gitega) huyendo de sus detractores que querían asesinarlo. Como agradecimiento para con sus gentes, construyó una casa real y les regaló, entre otras cosas, dos vacas. Para que este ofrecimiento quedará para la posteridad, el pueblo de Gishora hizo construir dos tambores sagrados con la piel de estas vacas, que quedaron guardados en un santuario sagrado. Y desde entonces, los habitantes de esta zona son auténticos acróbatas-percusionistas-danzantes, con una agilidad y una forma física impresionantes. Tras escuchar la historia y visitar el museo, llegó lo mejor, el espectáculo de los tambourinaires, ataviados con los colores nacionales:





Realmente fue alucinante. Más de una hora tocando sus tambores, cantando, bailando, saltando y gesticulando sin parar, con los tambores en el suelo o en la cabeza, algunos realmente pesados. Sobran las palabras, mejor dejarse llevar por las fotos.




miércoles, 7 de noviembre de 2012

El negro

Preparando mis clases, no sé cómo, he recordado un texto que hice hace unos años con mis alumnos franceses. Es un texto que Rosa Montero publicó en su columna de El País allá por el año 2005, cuando yo recién empezaba mi vida universitaria. Tras haberlo leído de nuevo esbozando una sonrisa, he decidido que voy a trabajarlo con mis alumnos burundeses, a ver qué diferencias encuentro en su análisis. Disfrutadlo, lo conozcáis o no.


Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador de autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. de entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo esta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno de cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces, descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corramos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, le dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".

jueves, 1 de noviembre de 2012

¡Felicidades mami!

Creo que no hace falta añadir mucho más: estos pequeños burundeses y yo queríamos desearte un muy feliz cumpleaños. ¡Te quiero mucho mami! =)


viernes, 26 de octubre de 2012

Ahora también en twitter

Después de unir mi blog a la moda del facebook hace unos meses, ahora me he decidido a crear un twitter para estar más en contacto con el resto del mundo. No sé si es porque la conexión a internet en estos lares es bastante precaria o por mi ineptitud con los ordenadores, pero el caso es que no puedo cambiar la configuración y el diseño para que sea un poco más "atractivo". ¿Cómo hago para que el encabezado ocupe todo el ancho?


En fin, el caso es que ya estoy ahí metido, así que sois todos bienvenidos, y yo también me iré actualizando en esto a medida que lo vaya entendiendo.

Aquí os dejo la dirección: https://twitter.com/nomadasigloxxi

¡Feliz fiesta del Aid Al Kabir a todos los musulmanes y los que no lo sean! ¡A disfrutar del cordero!

martes, 23 de octubre de 2012

Kirundo

Hoy vengo a descubriros un pequeño rincón al noreste de Burundi: Kirundo.

El fin de semana pasado pude disfrutar de este precioso lugar, rodeado de lagos y de dispersas casas entre bananeros. Fueron solo dos días, de sábado a domingo, pero nos dio tiempo a conocer unos cuantos lugares.

Lago Cohoha

Salimos el sábado, temprano, en nuestro maravilloso coche, y llegamos directamente a Kirundo, la capital de la provincia, a poco más de una hora de trayecto. De ahí tomamos un precario camino de tierra en dirección hacia Kigozi, que colindaba con el lago Cohoha, y donde nos quedaríamos a dormir por el módico precio de tres euros. El lugar era espectacular, con una construcción y pequeñas cabañas, y a los pies de esto, la inmensidad del lago, con sus barqueros y sus niños fabricantes de juguetes artesanales de madera. Como no podía ser de otra manera, nos montanos en una canoa para llevarnos al otro lado del lago y allí tuvimos tiempo de darnos un paseíto, comernos unos bocadillos y hasta de pescar con unos niños con sus precarias cañas hechas con una especie de bambú.

Niños artistas de Kigozi

Tras esto, vuelta al otro lado, y pusimos rumbo a Kirundo, donde íbamos con el único objetivo de comer pescado, ya que en Ngozi es complicado. Antes, visitamos un orfanato de bebés, y como no tuvimos suerte con el pescado, decidimos ir a la casa de una mujer que te mataba un pollo y te lo cocinaba allí mismo con una rica salsa y plátanos fritos. Deliciosos los dos pollos que nos metimos entre pecho y espalda, y no eran pequeños.

Hotel de Kigozi

Ya al día siguiente, y después de un suculento desayuno, nos fuimos en busca del "Lac aux Oiseaux", Lago de los Pájaros, que era lo más interesante para ver. Por el camino, paramos a saludar a unos campesinos y jugar un poco con los niños, y también bajamos a ver otro de los lagos.

"Ni se te ocurra quitarme mi globo..."

Conseguimos llegar al famoso Lac aux Oiseaux, pero tuvimos la mala suerte de que no pudimos ver ni un solo pájaro, ya que todos los barqueros estaban en misa y no podíamos cruzar hasta la isla en la que se encuentran las tímidas aves. Así que nada, mala suerte, habrá que volver otra vez. Nos dimos un paseo a orillas del lago y volvimos a Kirundo donde, ahora sí, nos comimos un buen pescado. Maravilla.

Lac aux Oiseaux

Y acabamos volviendo a Ngozi bajo un diluvio universal, atravesando más y más paisajes espectaculares. este país no deja de sorprenderme...



viernes, 19 de octubre de 2012

El Calamar Viajero


Esta entrada está especialmente dedicada a uno de los mayores personajes que ha dado el Estado mexicano en las últimas décadas: el señor Ángel, alias Jimmy.

Este sujeto tuvo el magnífico detalle de hacerme una visita este verano, ni más ni menos que desde Linares, pero el Linares de México. Y como regalo, no se le ocurrió una cosa más absurda que darme esta especie de gorro-sombrero extraño, y me hizo prometerle que me lo traería a Burundi y me haría fotos con él en mis viajes. Así que, después de haber pasado por México, Estados Unidos, Inglaterra y España, el Calamar Viajero ha llegado a Burundi, y ha comenzado su viaje por tierras africanas. Y aquí lo vemos en Ngozi, felizmente instalado sobre mi cabeza, la de Amidou y la de Souleyman. Seguiremos muy de cerca sus andanzas...