miércoles, 21 de noviembre de 2012

El tiempo en África

Una de las cosas que me han sorprendido durante estos primeros meses en Burundi ha sido el concepto diferente de tiempo que se tiene aquí. Me recuerda a una entrevista que publiqué hace varios meses, en la que el protagonista, un tuareg estudiante en Francia, rezaba que "aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo".

Pues bien, leyendo el fascinante libro "Ébano", de Ryszard Kapuscinski, con el que me obsequió mi añorado amigo Jonás, llegué a un extracto que refleja muy bien estas diferencias. Y aquí os lo dejo, que él lo explica mucho mejor que yo. Gócenlo, camaradas.


"El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo completamente diferente; lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales. Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, trascurre uniforme; y no en función de alguna cosa exterior". El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se mueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y exigencias. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.

Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, solo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses). El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batallas, esta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?". La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".

De modo que el africano que sube a un autobús nunca pregunta cuándo arrancará, sino que entra, se acomoda en un asiento libre y se sume en el estado en que pasa gran parte de su vida: en el estado de inerte espera."



No sé si os habrá ayudado en algo a comprender o imaginarse mejor la vida en Burundi, pero es así, totalmente. Y la gente es muy feliz, pese a tener muchas menos cosas materiales que nosotros. Señores, no dejemos que también el tiempo nos aniquile.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Université de Ngozi

Hoy vengo a presentaros mi lugar de trabajo rápidamente, que ya iba siendo hora... Voilà! Aquí es donde paso mis horas, de lunes a viernes, mañanas y tardes: l'Université de Ngozi. Según me dicen, cuenta con unos 1.800 alumnos repartidos en diversas facultades: Letras, Derecho, Medicina, Agronomía, Económicas, Informática, etc.


Y este es mi fantástico y ordenado despacho, que comparto con los profesores Blaise y Helene, muy majos, y que además hablan español porque hicieron un doctorado en la Universidad de Murcia. Qué cosas, ¿no?


Pero lo mejor de todo son las vistas que tengo al llegar a la Universidad, que son las mismas que tengo desde la ventana de mi despacho. Nada mal...


Es todo. Y que sepáis que ayer hice "huelga" desde la distancia. Enhorabuena a todos los que estuvisteis ahí, hay que seguir luchando. ¡Mucha fuerza! ¡Somos más que ellos, podemos!

lunes, 12 de noviembre de 2012

Tambourinaires de Gishora

¡Buenos días familia!

Hoy os traigo la que quizás es la tradición más conocida de este pequeño país en el corazón de África: los tambourinaires. Resulta que el fin de semana pasado, con motivo del puente del 1 de noviembre, hicimos una pequeña escapada en la que recorrimos medio país y que os contaré en otra ocasión. En este caso me voy a detener en estos "tamborileros", por traducirlo de alguna manera, aunque no tiene nada que ver.



Bien, comienzo. Esta tradición viene desde hace más de cien años, cuando el rey de Burundi se refugió en  el pueblo de Gishora (en el centro del país, cerca de Gitega) huyendo de sus detractores que querían asesinarlo. Como agradecimiento para con sus gentes, construyó una casa real y les regaló, entre otras cosas, dos vacas. Para que este ofrecimiento quedará para la posteridad, el pueblo de Gishora hizo construir dos tambores sagrados con la piel de estas vacas, que quedaron guardados en un santuario sagrado. Y desde entonces, los habitantes de esta zona son auténticos acróbatas-percusionistas-danzantes, con una agilidad y una forma física impresionantes. Tras escuchar la historia y visitar el museo, llegó lo mejor, el espectáculo de los tambourinaires, ataviados con los colores nacionales:





Realmente fue alucinante. Más de una hora tocando sus tambores, cantando, bailando, saltando y gesticulando sin parar, con los tambores en el suelo o en la cabeza, algunos realmente pesados. Sobran las palabras, mejor dejarse llevar por las fotos.




miércoles, 7 de noviembre de 2012

El negro

Preparando mis clases, no sé cómo, he recordado un texto que hice hace unos años con mis alumnos franceses. Es un texto que Rosa Montero publicó en su columna de El País allá por el año 2005, cuando yo recién empezaba mi vida universitaria. Tras haberlo leído de nuevo esbozando una sonrisa, he decidido que voy a trabajarlo con mis alumnos burundeses, a ver qué diferencias encuentro en su análisis. Disfrutadlo, lo conozcáis o no.


Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador de autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. de entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo esta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno de cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces, descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corramos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, le dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".

jueves, 1 de noviembre de 2012

¡Felicidades mami!

Creo que no hace falta añadir mucho más: estos pequeños burundeses y yo queríamos desearte un muy feliz cumpleaños. ¡Te quiero mucho mami! =)