lunes, 31 de diciembre de 2012

Umwaka Mwiza!


¡Feliz año nuevo a todos, querida familia! Desde algún recóndito punto de este inmensamente bello continente africano, os deseo lo mejor para este año 2013 que está a punto de comenzar.


No os olvidéis de sonreír, de reír, y de disfrutar de esta vida y de la gente que os quiere, porque eso es lo primordial. A veces no hacen falta demasiadas cosas materiales para ser felices; aprendamos a valorar lo que es realmente importante, quizás nos ayude a estar mejor con nosotros mismos y con los demás.


Y por supuesto, continuemos nuestra lucha para que se respeten nuestros derechos y nuestra libertad, cada vez más olvidados y apartados con la excusa de la crisis mundial. Hagamos un mundo mejor entre todos, lleno de gente con buen corazón, porque una gran suma de gestos individuales puede aportar mucho colectivamente.


Feliz 2013. Feliz vida.

lunes, 24 de diciembre de 2012

"Mi casa es tu casa"

¡Aquí os presento la que ha sido mi casa durante más de tres meses! Que ya era hora... Aquí llegué un 8 de septiembre, y aquí he compartido alegrías y penurias (muchas más alegrías que penurias, por supuesto) con mi querida Clara, que desgraciadamente ya volvió al ajetreado, estresante y convulso mundo de los muzungu. Y, obviamente, no podemos olvidar a mi gran amigo Cyriac, nuestro cocinero experto en sambusas y en intentar estafar al hombre blanco lo máximo posible. Un auténtico golfo, un pícaro del siglo XXI.


Entre estas cuatro paredes hemos vivido grandes momentos, como cenas "románticas" a la luz de las velas, frías duchas para despertarnos por la mañana, horas y horas de series y películas, y muchas reuniones de amigos. Incluso dejamos algunos amigos, como nuestros pequeños vecinos adictos a los bombones y los globos, o el risueño portero del hotel de al lado.

Mi habitación con la cama hecha (raro) y el calamar

Andalucía siempre conmigo

Tras mis merecidas vacaciones por el East Africa que ya os contaré, me mudaré a otra casa de profesores que compartiré con Brian y Valentin, dos colegas franceses de la Universidad. Año nuevo, vida nueva.

Nada más amigos. ¡Felices fiestas a todos desde el Corazón de África!

martes, 18 de diciembre de 2012

Profesor de Universidad

Y finalmente, se cumplió mi sueño. En realidad, nunca había sido un sueño añorado, hasta que lo vi tan cerca, pero ahora me doy cuenta de que es lo que me gusta, lo que quiero hacer.

Llevo ya un mes dando clases de español en la Universidad de Ngozi y me encanta, me siento cada día más cómodo y más realizado con mi trabajo. Pese a las dificultades del lugar, que son muchísimas, soy feliz con lo que hago. Tenemos bastantes cortes de electricidad, problemas con la fotocopiadora y el papel, Internet no suele funcionar, cuando llueve no se puede dar clase porque no se oye nada por culpa de los techos de uralita (o directamente los alumnos no vienen porque vienen andando desde muy lejos), hay una única sala con vídeo-proyector para toda la Universidad (os recuerdo que hay más de mil estudiantes), doy seis horas de clase al día a un mismo grupo (es lo normal aquí, incluso ayer les di ocho porque teníamos que recuperar dos horas), casi ningún estudiante tiene acceso a Internet, etc.

Mis aplicados alumnos de la 2ème Licence

Pero es realmente gratificante. Cuando te metes en el aula y comienzas a explicar, todo eso desaparece. Te das cuenta de que las enormes diferencias culturales se pueden volver tu aliado, en lugar de tu enemigo, y al final no sé quién aprende más, si yo de ellos o ellos de mí. La verdad es que me lo paso muy bien con los debates, las presentaciones orales, sus inquietudes sobre el mundo de los muzungu, sus redacciones... Y me lo estoy currando, un montón. Raro es el día que no paso ocho horas en la Universidad, más el trabajo que me llevo a casa.

Bref, que tengo muchísima suerte de estar aquí. ¡Gracias Dámaso! Dentro de dos días termino mis clases con la 2ème Licence (4º de Traducción e Interpretación) tras haberles enseñado Español Aplicado y Literatura Española. ¿Quién le iba a decir a mis padres que iba a acabar enseñando textos como Rinconete y Cortadillo, o de maestros como Pablo Neruda, Rubén Darío o Pérez Galdós?

La vida da muchas vueltas...


lunes, 17 de diciembre de 2012

Lago Kivu, Rwanda

Después de mi relato, un tanto trágico, ahora toca algo un poco más relajado. Efectivamente, así fue la segunda parte de mi viaje a Rwanda, en el que pude disfrutar de las maravillas del lago Kivu, al oeste del país y que lo separa de la convulsa República Democrática del Congo.

Dos noches estuve, pero me habría quedado allí dos semanas. El campamento base elegido: la pesquera localidad de Kibuye. Tras buscar un lugar en el que dormir, fuimos a parar a un hostal en lo alto de una colina con unas vistas maravillosas al lago. Increíblemente, era el sitio más barato. Que me lo expliquen...

Vistas desde el hostal Saint Jean

Al día siguiente, nos levantamos de buena mañana con un solo objetivo entre ceja y ceja: la isla de Amahoro. Esta es una diminuta isla en medio del lago a la que puedes ir en taxi-barco por menos de dos euros, y en la que finalmente pasamos todo el día. Nos bañamos, dimos un paseo en el que vimos todo tipo de aves y hasta un mono, nos volvimos a bañar, dimos unas clases de natación, jugamos al volley-playa, me tumbé en una hamaca, nos comimos unos ndagalas ("chanquetitos") ruandeses... Mucho estrés, vaya. Y para rematar el día, cenamos un rico pescado con una cerveza bien fría, que eso no se puede hacer todos los días.

Isla Amahoro

El estrés y yo, en Isla Amahoro

En nuestro último día, tocó paseo de reconocimiento por el pueblo, y fue lo mejor que hicimos porque pudimos volver a disfrutar de otros paisajes maravillosos. En serio, es increíble la cantidad de recovecos que tiene este lago, lleno de entradas y salidas de tierra y de gente bañándose feliz en sus aguas.


Seguimos bajando, y llegamos hasta la zona pesquera, donde nos encontramos otra maravilla: una lonja de pescados. En ella, miles de ndagalas se secaban al sol para luego ser vendidos en el mercado. La estampa, incomparable. Yo alucinaba al ver esto, y los pescadores más aún al ver a un muzungu paseando por ese lugar tan alejado de lo turístico.

Ndagalas al sol

Tras esto, seguimos rodeando una especie de golfo que se formaba en el lago, y llegamos a otro lugar mágico. Allí, algunos pescadores reparaban sus redes sentados tranquilamente en el suelo, y nos saludaban con total naturalidad. Frente a ellos, otros compañeros subían y bajaban de sus extraños barcos, unidos de tres en tres para optimizar la pesca. Mereció mucho la pena este paseo.



De vuelta al otro lado del pueblo, concluí el día bañándome en el lago bajo un sol magnífico, en pleno mes de diciembre, ante la atónita mirada de algunos transeúntes.

Último baño en Rwanda

Desgraciadamente, ya solo quedaba volver a Kigali para coger el bus de vuelta a Burundi en su caótica estación. No estuvo mal mi "puente" de la Constitución...

Estación de autobuses de Kigali



martes, 11 de diciembre de 2012

Kigali Genocide Memorial, Rwanda

"Qué importante es la educación", fue lo primero que pensé cuando salí del Centro para la Memoria del Genocidio en Kigali (Rwanda) el pasado viernes. Y lo sigo pensando...

Bien, resulta que este "puente" lo he pasado en Rwanda, de jueves a lunes, que aproveché para visitar la capital, Kigali, y para relajarme a orillas del lago Kivu, al oeste del país. Sin duda, lo que más me impresionó de este viaje fue Memorial del Genocidio, en el que te das cuenta de las grandes atrocidades que el ser humano puede llegar a hacer y de todos los intereses existentes en este tipo de actos.


Kigali es una gran ciudad, llena de vida y bastante más avanzada que Bujumbura, la capital de Burundi. Tuve tiempo para darme un gran paseo por la ciudad, pero como decía, lo más impactante fue este lugar. Fue inaugurado en 2004, conmemorando el décimo aniversario del genocidio contra los Tutsi y los Hutu moderados, y es necesario visitarlo tomándose una mañana entera para ello.

Es gratuito, manteniéndose de las donaciones de los visitantes, y consta de dos partes bien diferenciadas: la zona exterior y el museo. En la zona exterior encontramos diferentes fosas comunes que alojan los restos de más de 250.000 personas asesinadas durante la primavera de 1994, además de varios jardines que representan la historia de Rwanda, sus niños, sus mujeres o su geografía.


Pero es dentro del museo donde te das cuenta del horror perpetrado en esa época. En la parte principal del mismo, realizamos un recorrido a través de la historia de Rwanda. Comienza con la época precolonial, donde Hutus, Tutsi y Twas vivían en armonía. Continúa con la época de las colonias, a principios del siglo XX, primero Alemania y después Bélgica, y como a partir de aquí comenzó la segregación étnica y la instauración del odio entre ellas, por ejemplo señalando la etnia en el documento de identidad y dividiéndolos en función de sus posesiones y riquezas.

Tarjeta de identidad. Etnia: Hutu.

Más tarde asistimos a las primeras persecuciones y matanzas hacia los Tutsi, a partir de 1959, y cómo comenzó a realizarse una propaganda totalmente agresiva hacia los Tutsi a través de los medios de comunicación, como la "Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas", o como los Diez Mandamientos de los Hutu, que perpetraban el odio hacia la etnia Tutsi.

Diez Mandamientos de los Hutu

Y finaliza con el Genocidio propiamente dicho, "El Plan de Exterminio", realizado fríamente en la primavera de 1994 ante la impune pasividad y permisividad de la ONU, y en el que fueron asesinadas más de un millón de personas en cien días, acabando con las vida del 85% de los Tutsi en Rwanda. Horrible. Lo peor de todo es darse cuenta de cómo se pudo evitar y nadie hizo nada debido a grandes intereses políticos y económicos de ciertos países poderosos, y saber las atroces formas en las que exterminaron a gran parte de los Tutsi y los Hutu que se negaron a seguir órdenes o que trataron de proteger a los primeros. Prefiero ahorrarme los detalles, porque son demasiado escabrosos, aunque estaré encantado de hablar con vosotros en persona de todo esto.

Por último, el museo cuenta con dos salas más: una dedicada a otros genocidios olvidados y que, en algunos casos, yo ni siquiera conocía: Armenia a principios del siglo XX, el Holocausto judío, Camboya en los años 70 o el genocidio en los Balcanes en los años 90. La otra, dedicada a historias individuales de niños asesinados durante el genocidio, con detalles demasiado duros.

Por último, me gustaría finalizar con la misma idea con la que comencé este texto: la importancia de la educación. En un lugar en el que las personas son capaces de pensar y razonar por sí mismas, esto no puede pasar, o al menos no debería pasar. Una persona no puede matar a un amigo suyo a golpes de machete. No. Y por supuesto, tenemos que dejar de creernos todo lo que vemos por la tele, porque esa no es la verdadera realidad.

PD. Si tenéis la oportunidad, os recomiendo la película "Hotel Rwanda". Pienso volver a verla esta noche si es posible.

martes, 4 de diciembre de 2012

Parc National de la Ruvubu

Perdonen el retraso, queridos lectores, pero es que llevo un par de semanas sin parar por una bonita y sencilla razón: ¡por fin he empezado mis clases! Pero esta locura-odisea ya la contaré otro día...

Bien, hoy vengo a hablaros de mi última excursión, la que hice el fin de semana pasado al Parque Nacional de la Ruvubu, el más importante de Burundi y que se extiende al este del país. El viaje, en principio solo para la noche del sábado, comenzó ese mismo día con el objetivo de pasar el día y la noche en Muyinga. Por causas ajenas a la organización, al final llegamos más tarde de lo previsto y casi no nos dio tiempo a visitar la ciudad, con lo que lo dejamos para el día siguiente. Gran acierto, porque la mañana del domingo la pasamos alucinando con el mercado central, el más impresionante y lleno de vida que he visto en este país. En él, podías encontrar decenas de puestos de todo tipo: piñas, coles, bananas, ndagala (pescado seco), mecánicos de bicicletas, legumbres, etc. Y como no podía ser de otra forma, la palabra "muzungu" era la más repetida a nuestro paso.

Mercado de Muyinga

Tras esto, pusimos rumbo a la Ruvubu, donde según nos contaban podías encontrar búfalos, antílopes, diferentes especies de monos, gacelas, hipopótamos, cocodrilos y otros grandes animales en libertad. Como la carretera era bastante precaria, llegamos pasado el mediodía, y Sylvestre, el guía-responsable del parque nos dijo que iba a ser difícil encontrar animales a esa hora, además de que es recomendable avisar con varios días de antelación para poder localizarlos. ¿Solución? Dentro del mismo parque existe una casa rural en la que podíamos pasar la noche, y de este modo podríamos levantarnos al alba para buscar a los susodichos especímenes salvajes.

Casa rural en medio de Ruvubu

¿Qué hicimos? Obviamente no fue difícil convencernos, así que decidimos quedarnos allí, con el "insignificante" problema de que allí no había ni luz, ni agua, ni comida. Mientras visitábamos al parque a pie, el hermano del guía, provisto de una bicicleta y un saco, fue a por provisiones hasta el pueblo más cercano, a unos siete kilómetros por caminos infernales. En esta primera visita tuvimos la ocasión de ver de varios tipos de monos, como babuinos y cercopitecos rojos y plateados (traducción literal). Una pasada la agilidad de estos caballeros. Por último, llegamos caminando hasta el río Ruvubu, con su espectacular color anaranjado sacado de los documentales de la 2.

Río Ruvubu

Llegamos a la casa rural justo al anochecer, y poco después empezó a diluviar. Decenas de luciérnagas alumbraban intermitentemente el paisaje, mientras se escuchaban los gritos de algunos primates en la distancia. El hermano de Sylvestre llegó, pobre mío, sin luz en la bicicleta, empapado y cargado hasta los ojos. Para que luego digan que los africanos no trabajan...

Sobrevolando el río Ruvubu

Cenamos pronto un arroz con carne y algo de fruta y verdura, y nos fuimos temprano a la cama, porque la idea era amanecer a la vez que los monos. Casi lo conseguimos, y antes de las ocho ya estábamos de camino en busca de nuevos "animalillos". Poco después de salir, divisamos una pequeña manada de antílopes, y más adelante otra más. Al rato, divisamos dos búfalos a lo lejos, y Sylvestre, muy motivado, nos dijo de acercarnos hasta ellos, caminando entre las hierbas altas del parque. De pronto escuchamos unos ruidos de esos que te suenan de la tele, y nos dimos cuenta que, a unos escasos diez metros, descansaba una enorme manada de búfalos de casi mil kilos cada unos. Al escucharnos, salieron huyendo en estampida, y Sylvestre salió corriendo tras ellos con una agilidad pasmosa (es importante decir que tenía casi sesenta años el caballero). La sensación de adrenalina fue impresionante, aunque si hubieran corrido hacia nosotros habría sido mayor. Tras este "subidón", volvimos al coche y pusimos camino de vuelta hacia Ngozi, con la pena de no haber visto hipopótamos y cocodrilos, pero con la emoción de haber visto búfalos a dos pasos de distancia.

Búfalos huyendo de los muzungu...

Desgraciadamente, casi no pude hacer fotos de estos, aquí os he dejado la que mejor salió. Esperemos que pueda hacer mejores fotos en el próximo viaje...