Una de las cosas que me han sorprendido durante estos primeros meses en Burundi ha sido el concepto diferente de tiempo que se tiene aquí. Me recuerda a una entrevista que publiqué hace varios meses, en la que el protagonista, un tuareg estudiante en Francia, rezaba que "aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo".
Pues bien, leyendo el fascinante libro "Ébano", de Ryszard Kapuscinski, con el que me obsequió mi añorado amigo Jonás, llegué a un extracto que refleja muy bien estas diferencias. Y aquí os lo dejo, que él lo explica mucho mejor que yo. Gócenlo, camaradas.
"El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo completamente diferente; lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales. Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, trascurre uniforme; y no en función de alguna cosa exterior". El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se mueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y exigencias. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.
Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, solo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses). El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batallas, esta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?". La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".
De modo que el africano que sube a un autobús nunca pregunta cuándo arrancará, sino que entra, se acomoda en un asiento libre y se sume en el estado en que pasa gran parte de su vida: en el estado de inerte espera."
No sé si os habrá ayudado en algo a comprender o imaginarse mejor la vida en Burundi, pero es así, totalmente. Y la gente es muy feliz, pese a tener muchas menos cosas materiales que nosotros. Señores, no dejemos que también el tiempo nos aniquile.
Andrés, que sepas que leo tu blog desde antes del verano, y tio hay que echarle huevos, y muchos al paso tan importante que has dado en tu vida, de momento no te diré quien soy, solo te diré que nos conocemos desde chiquititos y hace mínimo 7 años que no te veo!
ResponderEliminarSeguiré leyendote tus peripecias ayá donde vayas ! Un saludo pisha ( eso último ya puedes ir cerrando posibilidades ) jajajaja
Ahhhhhhh!! Quién eres?? Obviamente eres de Jerez, pero no tengo ni idea... Álvar Núñez?? Fútbol?? No me dejes así y dímelo!! Un abrazo!! xD
Eliminarsimplemente delicioso, directo al nobel de literatura mi amol...
ResponderEliminarLo merece este señor, la verdad es que sí...
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