Siete años después de haberla visitado con Abel y Silvia,
volví a Verona. Mucho ha cambiado mi vida desde entonces, pero no tanto esta
bellísima ciudad italiana llena de vida, de mercados, de plazas, de gente en
bicicleta, de monumentos excepcionales y de casas antiguas de todo tipo de
colores. Fue una verdadera delicia poder pasear despreocupadamente por sus
calles o bordear el río Adige en bicicleta, ya fuera solo o en buena compañía
local. Y del tema gastronómico mejor no hablar: pizza, pasta, helados, vino… No
me he privado de nada. Os dejo con algunas instantáneas veronesas. Ci vediamo
presto!
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