sábado, 25 de junio de 2011

Historias de Royan

Como dije en mi publicación anterior, he estado de retiro espiritual en Royan, en la zona de La Rochelle, para pasar unos días de playa...
Todo perfecto, o al menos así debería haber sido, porque ¿a qué no sabéis qué se me olvidó llevar? ¡Premio! Efectivamente, me fui a pasar unos días de playa sin bañador, que me lo dejé perfectamente dobladito en la estantería... Para colmo, también me olvidé unas calzonas que pensaba llevarme para dormir, así que tuve que lucir palmito yendo a la playa en calzoncillos ajustaditos; lo sé, un espectáculo dantesco.
Para más inri, el primer día (lunes) nos pusimos al sol durante unas seis horas y acabamos todos quemadísimos, y fruto de ello me estoy despellejando la espalda. Buena forma de comenzar el verano, ¿no?
Y nada, a partir de ese día dejó de hacer buen tiempo, así que básicamente nos hemos dedicado a comer barbacoa como cerdos y a hacer algo de turismo por la región, visitando el mismo Royan, Talmont, que es una ciudad costera medieval, la Isla de Ré y La Rochelle, que coincidió que era la Fiesta de la Música y había un montón de conciertos gratis por la calle de todos los estilos, desde un coro de viejos hipermotivados y disfrazados de hippies que cantaban versiones de los años 80, a una banda de tambores de más de 40 personas... ¡brutal!


Y ya el jueves de vuelta paramos por la zona de los Châteaux de la Loire (Castillos del Loira), y visitamos Amboise y el Castillo de Cheverny. No vivía mal esta gente, nada mal...
Y esto es todo de momento, ahora estoy de nuevo en París, disfrutando de mis últimos días. Todo lo bueno se acaba, pero tengo otras muchas cosas buenas esperándome. À bientôt!

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