martes, 29 de enero de 2013

Tragedia en Burundi

Y al final, pasó. Lo peor de todo es que es algo que podría haberse evitado fácilmente, pero pasó. El domingo por la mañana bien temprano, el mercado central de Bujumbura se incendió, reduciendo todo a cenizas en su interior. Para nosotros, simples muzungu, puede parecer una desgracia sin más, pero para el país es una verdadera catástrofe de una magnitud imposible de calcular.


Para comenzar, ayer se hablaba de al menos cuatro muertos, aunque seguramente serán muchos más, por los problemas de censo o las personas sin "nombre" que deambulan por los alrededores. Para seguir, esto supone un enorme golpe en la economía del país, ya que el mercado era el centro económico de Burundi, donde se calcula que se movían más de seis millones de dólares al día. Para miles de familias, es el comienzo de la miseria absoluta, ya que muchas de ellas tenían todas sus propiedades, mercancías y dinero guardados en el mercado, y ahora lo han perdido todo. Incluso se habla de algún caso de personas que se suicidaron tirándose al fuego ante la desesperación.

Las consecuencias aún están por venir, pero el aumento de precios y la inflación son inevitables. Esto supondrá más miseria para un país ya demasiado dañado, casi en la cabeza de los países más pobres del mundo y recién salido de una larga guerra civil.

Otro tema muy discutido es la causa del incendio. Todo apunta a un cortocircuito, originado por los continuos cortes de electricidad y por la deficiente red eléctrica, vieja y llena de chapuzas. Y tampoco podemos olvidar el inexistente plan de seguridad ante catástrofes de este tipo: solo se contaba con un camión de bomberos, proveniente del aeropuerto de Bujumbura, y con un helicóptero enviado por el Gobierno de Ruanda, que iba y venía al lago Tanganika a por agua. Además, también se comenta que no se tomaron en serio los avisos que se dieron desde primera hora de la mañana, lo que agravó más la situación.


En fin, c'est fini. El lugar más bello de todo Bujumbura, ya no existe. Casualmente, este fin de semana estuve allí, y precisamente el sábado por la tarde estuve dándome un paseo con los ojos como platos, admirando la enorme vida de este mercado. Sus puestos de telas africanas, de ropa de segunda mano, de chanclas de colores, de comida, de artículos de higiene y belleza, electrónica... Todo. Todo podías encontrarlo allí, alrededores de miles de personas que iban y venían, de simpáticos comerciantes expertos en el arte de negociar. Solo me queda decir, ¡Fuerza Burundi!

Aquí os dejo las últimas fotos que hice del mercado central, el mismo sábado, y otras del lunes por la mañana, cuando incomprensiblemente el incendio seguía activo.








lunes, 21 de enero de 2013

Restaurant Cameroun: Chez Abdul Jabal

Señoras y señores, os presento el mejor restaurante de todo Ngozi, y quizás de todo el East Africa: Restaurant Cameroun, chez Abdul Jabal.


No, no es una broma, ni ironía ni sarcasmo, es totalmente en serio. Este humilde y rústico restaurante es una auténtica maravilla gastronómica, además de tener un ambiente sin igual con estudiantes, conductores de taxi-motos y otras aves de paso que van y vienen a tomar un té, un chapati o un buen plato de comida mientras comparten anécdotas y risas. Cualquier persona se puede convertir en tu amigo, y te puedes encontrar todo tipo de curiosidades, como este día en el que entró un señor con un montón de troncos de árbol sobre su cabeza. Por supuesto, a nadie le parece extraño.


Pero vayamos a lo importante: Abdul Jabal. Este señor es un verdadero mecenas de los negocios, con una clientela fiel que lo adora; y no es para menos, ya que siempre encuentra cinco minutos para acercarse a charlar con ellos y soltarles algún comentario divertido. ¿Su secreto? Buena comida, mucha variedad, rapidez y un precio imbatible. Y por supuesto, el ya citado don de gentes de este caballero.

Abdul Jabal en estado puro

Ampliando el tema de la comida, que seguro a muchos les interesará, se centra en dos momentos del día. Por la mañana, ofrece simple y llanamente chapati recién hecho y té. Esto es un delicioso pan árabe que he  podido disfrutar durante muchas mañanas debido a la cercanía de la Universidad, y que con un poco de azúcar y/o mojado en el té es un manjar. El té, muy azucarado, lo sirve en unas tazas de colores de plástico que parecen de juguete. Todo este desayuno por la irrisoria cantidad de 500 FBU*.

Chapati

Por otra parte, a mediodía, Abdul Jabal nos propone el plato de mélange, que no es, ni más ni menos, que una mezcla de todo lo que haya cocinado ese día, elegida por el propio cliente. Esta especie de "plato del día" a la burundesa varía cada día, y la presenta de una manera bastante original: en un plato-bandeja metálico enorme de presidiario. Todo por solo 1.500 FBU (2.500 FBU si pides carne), y no miento cuando os digo que está todo buenísimo. A modo de ejemplo, en la foto inferior vemos uno de estos platos descomunales que me comí hace unos días (y que acompañé con un chapati), el cual os aseguro que tenía todos estos ingredientes: arroz, espaguetis, berenjenas, carne de cabra, ndagala, judías, patatas fritas, mandioca, aguacate, pili-pili (pimiento picante) y salsa de tomate. Delicioso. Además, hasta podéis ver una de sus famosas tazas.


Sobra decir que este lugar es visita obligada a toda persona que pase por Ngozi. Bon appétit!!


Nota: 1 Euro = 2.055 FBU (franco burundés) aprox.


sábado, 19 de enero de 2013

Isla de Zanzíbar

Y llegamos al último capítulo de esta doble trilogía sobre Tanzania, que nos llevó a la paradisíaca isla de Zanzíbar. Como no podía ser de otra manera, tenía que concluir el viaje con un poco más de relax, que se prolongó durante tres sabáticos días.


Me quedé en Stone Town, un mágico lugar Patrimonio de la Humanidad que ha vivido cientos de historias y que ha visto pasar todo tipo de civilizaciones y colonizadores: persas, árabes, portugueses, británicos... El resultado es una arquitectura alucinante que mezcla lo arabesco con lo colonial, con esa influencia africana tan personal. Su mercado y sus angostas y serpenteantes calles, llenas de mezquitas y de descascarilladas casas, rebosan vida, repletas de ciudadanos que comparten juegos de mesa, conversaciones, pescado frito o un simple té. Porque este es otro de los atractivos de Stone Town, los puestos de comida en la calle. Aquí puedes encontrar todo tipo de manjares: brochetas de pescado, marisco o carne, pulpo, calamares, gambas o varias clases de pescado frito. Obviamente no me quedé con las ganas de probarlo, y una noche disfruté de un plato de calamar y ndagala fritos, mandioca hervida y una salsa picante hecha de mango. Ríquísimo. Y por menos de un euro.





Aparte de la belleza de Stone Town, Zanzíbar cuenta también con hermosas playas. En la ciudad, llenas de gente bañándose y haciendo deporte, con sus barcos pesqueros tradicionales de fondo. Fuera de ella, kilómetros de playas casi vírgenes donde solo puedes encontrar palmeras sobre arena fina, coloridos y asustadizos cangrejos y algún grupo de pescadores con sus quehaceres diarios. En una de estas playas, en Bububu, pasé un día entero y, de hecho, los pescadores muy simpáticos, se acercaban a interesarse y preguntar qué hacía allí. Me traigo también el recuerdo de un erizo de mar que pisé con ambos pies y del que aún guardo algún recuerdo profundo.





Y nada, creo que es todo. Me he traído una experiencia muy gratificante con este viaje, inolvidable, aunque siempre hay aspectos negativos. ¿Lo dudáis? Por supuesto que los hay. Me han defraudado bastante los tanzanos en general, por su enorme falta de honradez, siempre tratando de estafar al muzungu. La vuelta en bus también merecería una entrada aparte, con más de 33 horas encerrado en un infierno, con los pasillos llenos de gente, maletas, sacos de fruta, e incluso gallinas correteando. Aunque a decir verdad, ahora lo recuerdo con simpatía. En fin, que os recomiendo a todos que, si podéis, os deis una vuelta por este sorprendente país. ¡Salud!


miércoles, 16 de enero de 2013

Océano Índico: Tanga, Dar es Salaam y Bagamoyo

Una vez concluida la aventura de los safaris, llegó el momento de poner rumbo a la playa para unos días de relax. La primera parada fue Tanga (curioso nombre, acepto comentarios jocosos), aunque en el camino me encontraría con una grandiosa sorpresa: el Kilimanjaro. De pronto, en medio de una enorme llanura, se elevaba esta enorme montaña, la más grande de todo África, como si alguien la hubiera puesto allí por capricho. Alucinante.

El Kilimanjaro, observándonos

A mediodía llegamos a Tanga, donde pasé dos días de absoluto reposo: playa y paseos por el pueblo para visitar el mercado, contemplar a los pescadores y poco más. De allí me traigo algunas artesanías y la primera sensación de bañarse en el Océano Índico, en sus aguas cristalinas:




Con el año 2012 casi terminado, llegó el momento de poner pie en Dar es Salaam, la capital económica de Tanzania. Allí nos esperaba otro couchsurfer para acogernos, el espigado rastafari Leonard, que resultó ser todo un agradable descubrimiento y, para mí, lo más interesante de Dar. Este treintañero, tras más de cinco años en Europa (Suiza), decidió volver a su país de origen para dedicarse de forma autónoma a su mayor pasión: los insectos. El trabajo de este caballero funciona más o menos así: coge su petate, se va uno o dos meses a la selva, y se dedica a cazar insectos para luego disecarlo y venderlos por internet a coleccionistas occidentales. Nos contaba que algunos de los insectos le pueden reportar más de 200 €, pero lo que más le gustaba era "no tener jefe" y poder organizar él mismo su tiempo. Me pareció realmente muy interesante conocer a este tipo, con el que pudimos hablar de muchas cosas, y que ha podido conocer la realidad desde ambos lados: el mundo africano y el mundo muzungu. Y encima nos hizo un tour por el centro, nos ayudó para que no nos estafaran en el viaje a Zanzibar, y lo mejor, nos regaló unos insectos alucinantes. Leonard, eres muy grande.

Giulia, Leonard y su colección de insectos

Iglesia anglicana del centro de Dar es Salaam


Y por último, para cerrar la trilogía de la "gira" por la costa del Océano Índico, pudimos disfrutar la noche de Fin de Año en Bagamoyo, una ciudad tristemente famosa por el antiguo comercio de esclavos. Aquí llegamos con unos amigos de Leonard, tanzanos, alemanes y suizos, y pasamos un agradable 31 de diciembre como nunca habría soñado: bañándome en la playa, comiendo mangos cogidos directamente del árbol, degustando pescado fresco frito, y acabando en una fiesta de Fin de Año en la playa, entre muzungus y tanzanos. Bonita forma de despedir el año.



lunes, 14 de enero de 2013

P.N. Tarangire


Al día siguiente de la visita al Ngorongoro, aún con la emoción en el cuerpo, salí rumbo al Parque Nacional de Tarangire para disfrutar de mi segundo safari tanzano. La mañana amaneció gris, y pronto se puso a llover violentamente. Y no paró hasta que llevaba un buen rato en el parque, pero nos dejó un cielo espectacular.


Una vez dentro, pude deleitarme con los grandes atractivos del Tarangire: las enormes manadas de elefantes, los majestuosos baobabs y el serpenteante río Tarangire. Aparte, pude contemplar otro de mis animales favoritos, la elegante jirafa, además de gacelas, antílopes, cebras, mangostas, varios tipos de aves, termiteros, cientos de acacias, etc. En cuanto a los carnívoros, no hubo suerte, pero no importó porque lo disfruté muchísimo. Te pone la piel de gallina ver una manada de cientos de elefantes desplazándose en grupo entre los baobabs, observados impasiblemente por las jirafas. Capítulo aparte merece una pelea entre dos elefantes, en la que uno de ellos, para demostrar su poder y superioridad, atropelló y derribó literalmente un árbol.





Cualquier lugar es bueno para reivindicarse

Es aquí, en el P.N. de Tarangire, donde he aprendido a amar a este noble animal, y he descubierto su magnificencia. Querido elefante, ya eres uno de mis favoritos. Volveremos a vernos.







domingo, 13 de enero de 2013

P.N. Ngorongoro

Y se cumplió otro de mis sueños: hacer un safari. El destino, el Área de Conversación de Ngorongoro, un Parque Nacional Patrimonio de la UNESCO, situado junto al célebre Serengeti, de una belleza y una magnitud impresionantes. Al entrar al parque y recorrer varios kilómetros, desde lo alto, se puede contemplar el enorme cráter del Ngorongoro, originado hace miles de años por la erupción de un volcán, y que actualmente alberga a miles de animales en libertad y decenas de especies diferentes.

Vista del Cráter del Ngorongoro
Una vez dentro, la sensación fue indescriptible para mí. Todos esos animales que había visto tantas veces de pequeño en los documentales de la 2 o de David Attemborough estaban ante mi, a escasos metros, en perfecta paz y armonía. Cebras, ñús, búfalos, gacelas Thomson, varias clases de antílope, facóqueros, elefantes, babuinos, hipopótamos, leones, hienas, perros salvajes, cientos de tipos de aves... Los que me conozcáis bien comprenderéis que en ese momento me faltó poco para llorar de pura felicidad, y ni que decir tiene que hice cientos de fotos. De verdad, no puedo describir con palabras la sensación de haber estado ahí, ante tantos animales salvajes, durante unas siete horas, sonriendo estúpidamente. Mejor que os deje unas cuantas fotos de los protagonistas:




El extraño elefante de cinco patas, endémico del Ngorongoro









Un poco de literatura en familia, comiendo pollo

Equipo al completo: España, Italia, Corea, Rumanía y Rep. Checa