Una vez concluida la aventura de los safaris, llegó el momento de poner rumbo a la playa para unos días de relax. La primera parada fue Tanga (curioso nombre, acepto comentarios jocosos), aunque en el camino me encontraría con una grandiosa sorpresa: el Kilimanjaro. De pronto, en medio de una enorme llanura, se elevaba esta enorme montaña, la más grande de todo África, como si alguien la hubiera puesto allí por capricho. Alucinante.
El Kilimanjaro, observándonos |
A mediodía llegamos a Tanga, donde pasé dos días de absoluto reposo: playa y paseos por el pueblo para visitar el mercado, contemplar a los pescadores y poco más. De allí me traigo algunas artesanías y la primera sensación de bañarse en el Océano Índico, en sus aguas cristalinas:
Con el año 2012 casi terminado, llegó el momento de poner pie en Dar es Salaam, la capital económica de Tanzania. Allí nos esperaba otro couchsurfer para acogernos, el espigado rastafari Leonard, que resultó ser todo un agradable descubrimiento y, para mí, lo más interesante de Dar. Este treintañero, tras más de cinco años en Europa (Suiza), decidió volver a su país de origen para dedicarse de forma autónoma a su mayor pasión: los insectos. El trabajo de este caballero funciona más o menos así: coge su petate, se va uno o dos meses a la selva, y se dedica a cazar insectos para luego disecarlo y venderlos por internet a coleccionistas occidentales. Nos contaba que algunos de los insectos le pueden reportar más de 200 €, pero lo que más le gustaba era "no tener jefe" y poder organizar él mismo su tiempo. Me pareció realmente muy interesante conocer a este tipo, con el que pudimos hablar de muchas cosas, y que ha podido conocer la realidad desde ambos lados: el mundo africano y el mundo muzungu. Y encima nos hizo un tour por el centro, nos ayudó para que no nos estafaran en el viaje a Zanzibar, y lo mejor, nos regaló unos insectos alucinantes. Leonard, eres muy grande.
Y por último, para cerrar la trilogía de la "gira" por la costa del Océano Índico, pudimos disfrutar la noche de Fin de Año en Bagamoyo, una ciudad tristemente famosa por el antiguo comercio de esclavos. Aquí llegamos con unos amigos de Leonard, tanzanos, alemanes y suizos, y pasamos un agradable 31 de diciembre como nunca habría soñado: bañándome en la playa, comiendo mangos cogidos directamente del árbol, degustando pescado fresco frito, y acabando en una fiesta de Fin de Año en la playa, entre muzungus y tanzanos. Bonita forma de despedir el año.
Eres grande! Me encanta leer todo esto...se q así eres feliz! Queda te allí otro añito mas y creo q tendrás una visita mexicana...no se como pero lo hare
ResponderEliminarVa a estar complicado, me parece a mi...
EliminarSi vuelves a ver a Leonard dile que dice un mexicano que él es la mamada (no más que tú obviamente), esos son trabajos y no chingaderas, que bueno que disfrutes todo y muy bonito tu año nuevo, aunque no leí nada sobre alcohol, abras hecho alguna excepción a la regla esta vez
ResponderEliminarJajaja, sí, lo es, y por supuesto que me bebí alguna cervecita... cómo no!!
Eliminarme alegro un montón por ti, medusa!! cuando leo este blog me doy cuenta de que no hace falta mucho para ser feliz!! disfruta de toda esta experiencia!! un abrazo enorme!!
ResponderEliminarMuchas gracias Gusanillo!! Un abrazo, Bekele!!
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