jueves, 22 de septiembre de 2011

Recorriendo la Puna I: la ida.

¡¡Hola amiguitos!!
¿Cómo va todo por vuestros lares? Yo por aquí muy bien, recién llegado de la Puna catamarqueña con miles de historias que contar. Así que he decidido hacerlo poco a poco, o intentarlo, día a día de los seis que estuve allí (uno más de lo previsto, pero todo a su tiempo).
Bien, todo comenzó el jueves pasado, cuando salimos bien temprano desde Salta con la camioneta cargada hasta las trancas, todo para llevarlo a El Peñón. El grupo lo formábamos el gran Jorge, chófer-guía, Mer y yo, y ante nosotros teníamos casi todo el día de viaje. Mi objetivo era conocer la zona donde trabaja esta Fundación Puna y empezar a ver cómo enfocar los proyectos de la biblioteca de adobe en el pueblito de El Peñón y la protección de la Laguna Grande, hogar durante el verano de más de 18.000 flamencos rosados (de las aves, no de los que bailan por Jerez - chiste malo).
La odisea empezó rumbo al sur, ya que no hay carreteras directas hasta allí, y hay que pasar por Cafayate hasta llegar a Hualfín, bastante más al sur de El Peñón. Después hay que coger unos caminos al norte, casi todos sin asfaltar, que de hecho ni vienen en google maps (lo acabo de mirar). En total, la vuelta es de casi 600 km.
Pues bien, del principio del camino no os puedo contar gran cosa porque me dormí casi ipso facto. Lo sé, soy lo peor, porque cuando me despertaron me dijeron "Acabamos de entrar en la Quebrada de las Conchas". El sitio, un abrupto cañón, una maravilla, yo estaba alucinando y haciendo fotos como si fuera japonés (y así seguí los seis días). Paramos unas cuantas veces a hacernos más fotos, y poco después llegamos a Cafayate, un bonito pueblo al final de la quebrada donde nos comimos una ricas empanadas. Después, cambió el paisaje al adentrarnos en los Valles Calchaquíes, un lugar bastante más amplio, y seguimos por la mítica ruta 40, que es la que atraviesa Argentina de norte a sur durante más de 5.000 km.
Continuamos hacia el sur, y el paisaje seguía cambiando, ahora una especie de pampa muy extensa, con altas montañas a los lados, hasta llegar al pueblito de Hualfín, ya en el último tramo por caminos de tierra. Allí compramos algunas cosas que nos faltaban, y pusimos rumbo al noroeste, subiendo poco a poco en altitud. Tuvimos que hacer otra parada técnica, esta para cargar unos 200 litros de combustible, muy necesarios para la vida en El Peñón, y de ahí ya casi no nos detuvimos porque estaba empezando a caer la noche. Atravesamos varios arroyos y pueblos con contadas casas, y ya en plena oscuridad pasamos un puerto de montaña a más de 4.000 metros de altitud. En un momento dado, ya casi en la Puna, Jorge paró la camioneta y estábamos ante una especie de altar-santuario al lado de la ruta, y justo detrás, una enorme duna de arena finísima donde me revolqué cual croqueta casera.
De ahí al final, como digo, oscuridad total, millones de estrellas, y llegada a un pueblito llamado El Peñón, en plena Puna catamarqueña, a unos 3.400 metros de altitud, donde nos comimos unas ricas pizzas en la hostería que nos alojó esa primera noche
Lo que no podía imaginarme era lo que me esperaba a la mañana siguiente, ya con luz para poder contemplarlo todo...

3 comentarios:

  1. Bueno ya estoy de vuelta en el blog q lo tenia un pokito abandonado, jejeje me alegro q estes muy bien, dale recuerdos a Mer, ya te avisare cuando tire pa mexico, pero sera la 2ª o 3ª semana d Oct cuando m salga el vuelo mas barato, pero ya es un exo!! jajaja un besito

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  2. Empieza bien la historia... Por cierto, al leer lo de las empanadas y la pizza me ha dado hambre.
    J'attend la suite! ;)

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  3. Olé mi Víctor Virus, así se hace, todos a cruzar el charco!! xD
    Y Kárim, no te imaginas lo bien que se come por aquí, estoy engordando por minutos!!
    Un abrazo gente!!

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