viernes, 23 de septiembre de 2011

Recorriendo la Puna III: Campo de piedra pómez y volcán Carachipampa.

Sábado. Primer día completo con este grupito de italianos de todas las edades y cada cual más personaje que el anterior. El itinerario del día comprendía el campo de piedra pómez, formado hace miles de años parece ser que por la erupción del volcán Blanco, y el volcán Carachipampa, del que, por cierto, me encanta el nombre.
Roca con la imagen de la Virgen, ¿la veis? Yo no...
Bien temprano en la mañana llegaron los guías que llevarían las cuatro camionetas: Pichu, Sergio alias "Chompilas", Eduardo e Hilario. Ese día, Jorge descansaba. Nos pusimos en marcha con Chompilas a la cabeza, y la primera parada fue para una panorámica de la zona y para ver una imagen-silueta en una roca, que supuestamente, según los de la zona, es de la Virgen. Yo, personalmente, y como el resto del grupo, solo vi algo parecido a un cocodrilo, y aún sigo mirando las fotos y no la veo por ningún lado. De hecho, algún que otro guía nos decía que nunca lo han visto, pero se lo dicen a los turistas igualmente.
Campo de piedra pómez
Seguimos descendiendo un poco en altitud y nos fuimos adentrando en una especie de paisaje lunar. Todo desierto, con el Carachipampa a la derecha, y el campo de piedra pómez al fondo. Hacia este último nos dirigimos, y casi sin darnos cuenta, estábamos ante un lugar maravilloso y único en el mundo, el cual, si no recuerdo mal, mide más de 70 km de largo. Por algunas partes estaba recubierto de ceniza volcánica, pero miraras a donde miraras, todo era belleza natural. Me encantó este lugar.
Allí hicimos un mini-trekking de una hora y media, más o menos, y tras esto llegó la merecida hora del almuerzo con un bocadillito y unas ricas empanadas, que teóricamente eran para los italianos, pero como sobraron algunas, ahí estaba yo rapiñando como hiena hambrienta en temporada de sequía.
Volcán Carachipampa con la pequeña laguna azul
Pusimos rumbo al volcán Carachipampa, al cual rodeamos completamente haciendo varias paradas. En una de estas, nos detuvimos ante otro refugio en medio de la nada, este mejor conservado, y que servía a los pastores de llamas de la zona. Impresionante el lugar.
Seguimos rodeándolo y fuimos llegando poco a poco a una pequeña laguna azul, y a su lado, una enorme laguna de un color totalmente rojo, que estaba pegada al mismo volcán y en la que pudimos ver varias decenas de flamencos rosados, pero que huyeron al ver a tanto italiano invasor y destructor de su hábitat. El lugar era verdaderamente espectacular, una maravilla y me atrevería a decir que el sitio que más me gustó. Lo que no me gustó tanto fue la actitud hostil de los italianos y el pasotismo de los guías, pero bueno, qué se le va a hacer...
Laguna roja de Carachipampa
Y nada más, tras esto, volvimos hacia El Peñón, e intenté hablar con el delegado provincial en el pueblo por el tema de la biblioteca, pero no hubo suerte. Cenamos unas ricas pastas, duchita de agua caliente y a dormir, que el día siguiente se presentaba bastante movidito (aunque no tanto como luego lo sería).

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