viernes, 21 de septiembre de 2012

Rwegura


¡Primer viaje realizado! El domingo nos levantamos a las siete de la mañana para ir a hacer una excursión que no esperaba que fuera tan bonita como resultó ser. La plantilla: Clara (mi compi de casa), Silvia (la fisio), Amidou (plurilingüe futuro Presidente de la República de Burundi), Gentil (futuro médico ruandés) y un servidor.

A las ocho ya estábamos montados en nuestro mini 4x4 rumbo a Rwegura, una zona de plantaciones de té a una hora al oeste de Ngozi, a las puertas del Parque Nacional de Kibira, que atraviesa Burundi uniéndolo con Ruanda. Aparcamos en la casa de un lugareño al que conocía Amidou, y estas fueron las vistas que nos dieron la bienvenida:


Ante nosotros, cientos de hectáreas de té perfectamente alineadas, y al fondo el bosque del Parque Nacional de Kibira y uno de sus lagos. Comenzamos a caminar y a descender por esos caminos, en dirección hacia el bosque y el lago, siempre rodeados por los arbustos de té, y en ocasiones acompañados por niños o por rebaños de vacas, con o sin sus pastores. También hubo tiempo de hacernos muchas fotos absurdas con un inmejorable fondo.


Así que seguimos marchando hasta llegar a la parte más baja, una zona pantanosa previa al lago que en otras épocas está inundada. Ahí decidimos hacer una parada técnica para reponer fuerzas a base de galletitas, beignets y plátanos. Incluso hubo tiempo para tumbarse sobre la hierba, cerrar los ojos, y respirar profundamente paz y tranquilidad.


Tras el descanso seguimos la caminata adentrándonos en los humedales para luego continuar hacia el bosque, ya en pleno Parque Nacional. Allí me quedé sorprendido con la belleza de un tipo de pino que crecía, y comenzamos la vuelta hacia el coche, bastante lejos de donde nos encontrábamos. Fue un duro camino de subida, con mucho calor, en el que incluso nos atrevimos a llevar un tronco en la cabeza al más puro estilo burundés: aguantamos lo justo para la foto.




En la parte más alta volvimos a hacer otra parada técnica, esta vez para comernos el bocadillo de tortilla que llevábamos con un fondo espectacular. Llegamos al coche casi a las cuatro de la tarde, con mucho cansancio pero con una agradable sensación de bienestar. Aún hubo tiempo para seguir el paseo, esta vez en coche, hasta la presa culpable de que sigamos sin electricidad en Ngozi y todo el norte de Burundi.



Finalmente llegamos a Ngozi justo al atardecer, con un cálculo milimétrico del tiempo. Precioso día en muy buena compañía, sí señor. Esperemos hacer otra excursión este fin de semana…


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