Así es amigos: soy ilegal. La historia se remonta al martes pasado, hace exactamente una semana.
Resulta que, por casualidades, amistades o cosas de la vida, el lunes al mediodía me llamaron de urgencia de un notable colegio de San Lorenzo, muy cerca de Salta, para que, al día siguiente, supliera al profesor de educación física, que se había hecho pupita en la rodilla. La sustitución era de un mes, jornada completa, muy buen colegio, y tendría alumnos entre 6 y 11 años, más o menos. Demasiado perfecto para ser real.
Allí llegué al día siguiente, antes de las ocho de la mañana, con mi maravilloso "método juampedrista" bajo el brazo, y di mis clases durante toda la mañana. Los alumnos estaban bastante sorprendidos con mi acento, y no paraban de hacer comentarios, pero en general salió todo a pedir de boca. La coordinadora estaba encantada conmigo y los chicos también. Una vez más, demasiado perfecto para ser real.
Hasta que, a mediodía, la secretaria cayó en un pequeño detalle que a nadie se nos había ocurrido: tengo visa de turista, no puedo trabajar "legalmente" en Argentina. Así que, tras llamar a miles de personas e intentar encontrar una solución que no existía, tuvieron que pagarme el día y decirme que, como es lógico, no podía seguir trabajando en el colegio porque se les podía caer el pelo con una inspección. Ya decía yo que era demasiado perfecto para ser real...
Sin embargo, hay una parte positiva, y es que desde aquel día estoy yendo por las tardes a dar "clases de fútbol" en este mismo colegio, como actividad extraescolar, y está en mis manos el futuro de muchos "mini-Messis" y "mini-Higuiaines". Así que algo de trabajo remunerado tengo, finalmente, y encima me lo paso en grande, porque me tocan los más pequeñitos. Unos personajillos.
Así que, así estoy, con una nueva experiencia en la espalda y algunas cosas más que hacer. Por cierto, que por esto mismo me he tenido que cambiar de grupo en mi curso de coctelería, lo que me ha permitido conocer a más y nuevos personajes del panorama salteño...
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